¿Qué es un modelo sostenible para la ciudad del futuro?

¿Sabías que la forma en que vivimos define la ciudad en la que habitamos?


Si construimos viviendas en las afueras de la ciudad, los costos sociales y económicos, naturales y paisajísticos, crecen de manera exponencial, hasta alcanzar escalas insostenibles.


La dispersión urbana implica mayores distancias, más infraestructura y mayor consumo de suelo, lo que genera un modelo urbano ineficiente y costoso.


Además, fomenta el uso intensivo del automóvil, aumentando la congestión y la contaminación.


En Cuenca, de seguir con la expansión actual, se necesitarán más de 3,400 millones de dólares para cubrir los costos de infraestructura en 2030. ¡Un costo altísimo para todos! Esto significa que los recursos municipales se verán obligados a destinarse a extender redes de servicios básicos, transporte y equipamientos, en lugar de mejorar la calidad de vida dentro de la ciudad consolidada.


¿Y si cambiamos nuestra forma de habitar?


Cuando mezclamos vivienda, trabajo, comercio y espacios colectivos en un mismo lugar, reducimos desplazamientos innecesarios, hacemos más eficientes los servicios y promovemos comunidades vivas y diversas.


Este modelo, conocido como ciudad compacta o de usos mixtos, permite que las personas puedan vivir cerca de sus actividades diarias, facilitando la movilidad peatonal y en bicicleta, disminuyendo el tráfico y fortaleciendo la economía local.


La densidad no debe confundirse con hacinamiento. Una densificación bien planificada permite equilibrar lo construido con lo no construido, generar espacios públicos de calidad, y fomentar la interacción social. Un urbanismo bien diseñado puede mejorar la calidad de vida y la seguridad, al tiempo que reduce las desigualdades espaciales.


En Moradora pensamos que el modelo expansivo actual de la ciudad de Cuenca es un despropósito urbanístico por todos los recursos que requiere, por la casi nula planificación del territorio en la que la nueva ciudad se asienta y por ser un modelo que destruye zonas de vocación agrícola, sino que, además, subutiliza zonas centrales que se encuentran perfectamente servidas con altos estándares urbanísticos.


En lugar de seguir expandiendo la ciudad con casas aisladas, podemos construir una ciudad más compacta, con viviendas diseñadas para generar comunidad y calidad de vida dentro de los centros históricos. Esto implica repensar la vivienda no solo como un espacio privado, sino como un elemento estructurante de la ciudad, que fomente la convivencia, la diversidad y el acceso equitativo a oportunidades.


Construir sobre lo construido es más eficiente desde el punto de vista de la sostenibilidad urbana. Si a ello sumamos que dicha construcción refuerza y preserva nuestro patrimonio, estamos ante una acción que incide en múltiples niveles.


Por eso decimos que hacer vivienda en el Centro Histórico es la mejor apuesta que podemos hacer como ciudad. Desde Moradora queremos sumarnos a este proceso impostergable.

Creamos conciencia rescatando el alma de los espacios,  para revalorizar la vida de las personas, sus ciudades y el futuro.

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